lunes, 13 de junio de 2016

La Atlántida #3



-Sí, claro, si no recuerdo mal tiene los 23 años que se necesitan, estás en buena forma, ¿Por qué no te iban a llamar?

-¿Y por qué no lo iban a hacer contigo? – le devolví la pregunta quitándome así de ser el centro de la conversación.

-Fui llamado hará dos años, y tras presentarme en el parlamento no conseguí pasar la siguiente prueba.

-¿Prueba? – pregunté otra vez.

Jamie pilló al momento que no sabía de que hablaba.

-No es tan fácil que un seleccionado pueda llegar a ser Guardia de la Noche, tiene que pasar por distintas pruebas, la primera es psicológica, te conectan a un programa en el que tienes que elegir la opción correcta y si no es así estás descalificado, más tarde hay una prueba física, más bien de resistencia, y después de ello hay otra prueba, la última, la que te hará ingresar, y es que demuestres porque tienes que estar allí.

-Es impresionante que tengas que pasar por tanto, ¿en qué fallaste? – pregunté con demasiada curiosidad como para acallar mi vocecilla interna.

-No di la talla, elegí en la prueba psicológica algo de lo que me era incapaz de desprenderme…- sus ojos azulados se entristecieron y después de ello desapareció dando por finalizada la conversación.

El resto del día pasó sin ningún altercado, por lo que a las doce de la noche mi trabajo había acabado, tras despedirme de todos, salí de nuevo a la calle, en donde todo ya estaba oscuro y silencioso. 

Fui a paso ligero, aún me quedaban dos horas de regreso a casa y no había ni un alma, exceptuando a los Guardianes de la Noche quienes patrullaban, pero al pasar el límite de la zona media, estaba más que sola.

Por la noche era cuando mi mente creaba seres inexistentes haciendo que en ocasiones echara a correr, con el fin de alejarme de lo que fuera que me perseguía. Cuando ya estaba en frente de casa, numerosos Guardias de la Noche estaban apostados allí, ¿Qué había pasado? ¿Otro asesinato? Los asesinatos en estos tiempos eran demasiado frecuentes de lo que nos gustaría reconocer, la gente se volvía loca, su cerebro cambiaba, quizás debido a la presión, quizás a que no eran lo que esperaba, a saber.

Me fui acercando al portal e intenté no mirar a los Guardianes pero no tardaron en prohibirme el paso.

-¿Erín Melton? – preguntó un fornido guardián aún con su casco puesto, evitando que pudiera ver su rostro.

-Sí – dije lo más valiente que pude, aunque mis piernas temblaban.

-Aquí tiene - me ofreció una carta, la cual no tardé en coger.

La carta tenía estampado el sello del Parlamento, ¿Qué se suponía que era?

Los guardias no se movieron hasta que finalmente me decidí a abrir la carta.

“Estimada señorita Melton:

Nos congratula informaros que habéis sido seleccionada para los Guardianes de la Noche, la esperamos mañana a las 8.00 am en la puerta del Parlamento junto con el resto de los seleccionados.”

La carta terminaba con el mismo sello.

No podía ser ¿Seleccionada? ¿Yo? Era imposible, había oído que alguna vez uno o dos de clases bajas eran seleccionados pero ¿Yo? Debía de ser una auténtica pesadilla, yo no quería ingresar, a mi me daba igual los Guardianes de la Noche, solo quería seguir con mi apacible vida, en donde me levantaba, trabajaba y volvía a dormir, sin haber tenido ningún altercado.

Antes de que mi mente pudiera seguir alucinando, el guardián que se había acercado en un principio a darme la carta, habló de nuevo.

-A las 7.30 am, estaremos esperándola aquí mismo, y ni se la ocurra desaparecer, es considerado un delito y tiene como consecuencia la muerte.






¿Qué pasará ahora? ¿Qué decidirá Erín?


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